Fuerza Aérea Ecuatoriana

Personal FAE presente en emergencias nacionales

Una de las misiones de la Fuerza Aérea Ecuatoriana es velar por la seguridad y brindar apoyo frente a situaciones de emergencia nacional, es decir, cuando el país entra en conmoción ya sea de carácter social, territorial, desastres naturales o de salud pública, la Fuerza Aérea activa los protocolos de concentración del personal en sus unidades militares en todo el país, quienes forman parte del contingente que brinda apoyo hasta que la emergencia o crisis nacional cese. A continuación presentamos relatos personales de miembros de la FAE que vivieron algunos de los acontecimientos más fuertes sucitados en los últimos años:

Pandemia por el virus COVID-19

El capitán Valencia estuvo a cargo de uno de los primeros grupos que participó en la Fuerza de Tarea Conjunta, equipo especial que se creó en los primeros meses de la pandemia debido a la cantidad de muertos por el Covid-19. Este equipo especial participó en apoyo a la recolección de cadáveres en Guayaquil. Cuenta el capitán Valencia, que no recibieron preparación para cumplir esa actividad sanitaria debido a que, ni el Ecuador ni ningún país estaba preparado o conocía los protocolos para enfrentar un evento de tal magnitud; pero pese a eso, su motivación y su compromiso con la sociedad le impulso a realizar mencionado labor. Aquí un fragmento de la experiencia vivída durante una emergencia nacional por parte de miembros de la Fuerza Aérea Ecuatoriana.

-Relato personal capitán Valencia- (Fuerza de Tarea Conjunta Guayas – Covid-19):

“En los dos primeros días nos encargamos de recoger cadáveres de las viviendas, a partir del tercer día nos informaron que debíamos dirigirnos al cementerio para sepultar a los fallecidos. Desde la morgue de los hospitales nos llegaban en sábanas o fundas negras y los llevábamos directo al nicho. Para nosotros fue muy impactante ver los containers llenos de cadáveres llegando al cementerio, esto sumado al miedo por el riesgo de contagio. Nos dieron un traje sanitario de cuerpo completo con máscaras, guantes, botas y para mayor seguridad nos sellaban con cinta adhesiva los brazos y piernas para evitar que cualquier virus ingresara en el traje. Teníamos un listado diario que debíamos ir corroborando con la llegada de los cuerpos. Algunos se podían visualizar bien y otros ya eran irreconocibles. Fue muy fuerte la experiencia”.

-Relato cabo Bilbao-(Fuerza de Tarea Conjunta Guayas – Covid-19):

“Los primeros días no se podía dormir por el impacto de ver tantos cadáveres y enterrarlos, ya que realizábamos ese trabajo a diario. La jornada empezaba a las 9 de la mañana y podía llegar hasta la media noche. Durante estas jornadas de trabajo no podíamos quitarnos el traje por lo que pasamos sin comer ni poder ir al baño hasta finalizar la jornada.

El calor y el olor se podían sentir pese al uso de mascarillas; pero esto, no fue un impedimento para cumplir con la tarea que nos pusieron a cargo. Junto a mis compañeros cabo Elizalde, cabo Yanchatipán y cabo Paredes fuimos el primer grupo GOEFA de la Fuerza Aérea que acudió a la recolección de cadáveres en Guayas. Creo que una de las cosas más fuertes que pasamos fue haber visto gente fallecida en las calles como si se tratara de una película de terror, las personas nos miraban asustadas y nerviosas, mientras nosotros totalmente cubiertos con trajes blancos cumplíamos nuestra tarea. En el cementerio también tuvimos experiencias muy fuertes al ver personas buscando a sus familiares fallecidos mientras nosotros tratábamos de identificarlos y rápidamente llevarlos a un nicho ya que los cadáveres no podían permanecer mucho tiempo al aire libre por el virus. Fueron tres meses y medio que estuvimos lejos de casa y de nuestras familias, pienso que eso fue lo más duro ya que no podíamos reunirnos con ellos por temas de prevención de contagios”.

Terremoto en Manabí

-Relato Cabo Rezabala- (Contingente de apoyo en rescate de personas y seguridad):

Aproximadamente, a las 19:00 horas del 16 de abril de 2016 sentí el terremoto y comencé llamar a mi familia en Guayaquil y en Santa Elena, lo mismo hicieron mis compañeros, pero el movimiento telúrico fue tan fuerte que incluso la señal de los teléfonos se perdió. Cuando la señal mejoró tuve unos minutos para comunicarme con mi familia y verificar que todos estén bien; posterior a esto, recibí una llamada que disponía la concentración del personal y junto a mis compañeros militares nos dirigimos de inmediato a la Base Aérea Simón Bolívar para atender la emergencia. Con mis compañeros nos trasladamos en camioneta y visualizamos el puente del cuartel modelo ubicado en Guayaquil, colapsado totalmente, fue el primer cuadro espeluznante que observamos. Cuando las comunicaciones se fueron reestableciendo, la base de Manta pudo informar al Comando de Operaciones Aéreas y Defensa los detalles del desastre ocurrido y el mando superior activó los protocolos establecidos para estas emergencias y coordinó el traslado del contingente de apoyo hacia la ciudad de Manta.

Ya en el sitio, el lugar lucía totalmente oscuro, la gente no dormía adentro de su casas, por miedo, los edificios estaban destruidos y la gente desconsolada. Nuestro apoyo durante la primera semana era las 24 horas del día, posteriormente se reestructuró e iniciamos con turnos rotativos de 6 horas con el contingente de apoyo que llegaba de otras unidades militares. En este tiempo rescatamos personas atrapadas en las construcciones caídas, removimos escombros de edificaciones y brindamos seguridad en todos los sectores ya que en medio del dolor de la gente, los delincuentes no desaprovecharon la oportunidad e intentaban saquear las casas y locales comerciales en medio de la oscuridad. Nosotros estábamos todo el tiempo vigilando, haciendo rondas por las calles, en medio del fuerte calor y el olor que emanaba producto de los escombros y cadáveres. Todo lo que vivimos fue impactante, casas totalmente destruidas, familias enteras sin hogar, niños heridos y sobre todo, el retirar cadáveres de los escombros fue una de las cosas que más nos marcó pero no podíamos rendirnos y seguimos ayudando hasta el final. Teníamos claro cual era nuestro trabajo y estábamos ahí para cumplir con nuestra misión.

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