Fuerza Aérea Ecuatoriana

Dayana Barrionuevo: Oficial de la Fuerza Aérea y deportista de alta montaña

La Fuerza Aérea Ecuatoriana a lo largo de su historia ha formado a su personal con valores y principios militares que los han permitido desempeñarse en diferentes áreas, una de ellas, el ámbito deportivo. Es así que, desde el año 2015, la teniente Dayana Barrionuevo forma parte de las filas de la institución.
El amor por la Fuerza Aérea nació durante su época estudiantil, cuando realizó pasantías de su colegio, en la Base Aérea Mariscal Sucre de Quito; tiempo en el que obtuvo aprendizajes acerca del trabajo que se realizaba en la FAE y del proceso de reclutamiento para el ingreso a la escuela militar. Ella cuenta que la fuente de inspiración y motivación fue su padre. Gracias a su esfuerzo y preparación, se formó en la Escuela Superior Militar de Aviación Cosme Rennella Barbatto y se graduó como subteniente.
Ahora se desempeña como oficial de aviónica que tiene que ver con la parte electrónica de las aeronaves, tema que le apasiona. En sus palabras ella dice que la vida militar le ha enseñado muchísimo, desde entender el pensamiento del ser humano, hasta valorar los pequeños detalles como el abrazo de la madre. Disciplina, transparencia y persistencia son valores que se han reforzado en ella y que la han convertido en un ser humano cuyo objetivo se centra en la vocación por el servicio, el apoyo a quienes lo necesitan y la entrega total en cada una de las labores que realiza.
A lo largo de su formación militar ha recibido cursos de aviación, planificación de mantenimiento, gestión y auditorías de calidad, entre otros  aplicables a las diferentes aeronaves en las que fue jefe de escuadrilla. Cuenta que desde su graduación ha podido estar cerca de los equipos de vuelo Sabreliner, Twin Otter, Beechcraft y Casa C-295, todos ellos aviones de transportes porque fue ahí donde forjó su formación como oficial de logística convirtiéndose en la primera mujer oficial en el grupo logístico del Ala de Transportes Nro. 11, actualmente se desempeña como jefa de metrología en el Centro de Mantenimiento de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (CEMAF).

En su etapa de formación como cadete inició con su desarrollo deportivo y los ascensos a montañas captaron su atención y desde ese entonces ha alcanzado cumbres de alta montaña como la del volcán Chimborazo con una altitud de 6.263 m y otras ubicadas en la provincia de Pichincha. “El entrenamiento de alta montaña me enseñó a adaptar todo mi cuerpo, a esos niveles, mismos que los complementaba con varias actividades deportivas como el ciclismo, la natación y el trail.” “Esfuerzo máximo, caídas, las bajas temperaturas han sido parte de un proceso en el que he ganado tanto a nivel físico como mental, mejorar como persona y como deportista, además de haber encontrado  grandes amigos, experiencias y aprendizajes.” Desde el 2022, la teniente Dayana Barrionuevo es integrante del grupo de mujeres andinistas amateur Yanasacha Warmis. Este grupo conmemora todos los 8 de marzo con un evento por el Día de la Mujer, bajo el nombre de “Mujeres con corazón de montaña”. Este año asistió como invitada al evento y recibió un reconocimiento por la cumbre que realizó en México, el Pico de Orizaba. También recibió conocimientos por parte de la Prefectura de Pichincha por su destacada trayectoria en el ámbito deportivo. He aprendido a enfrentarme a mi misma, a superar varios miedos y a confiar más en mí, entendí mi propósito y descubrí mi vocación, empecé a agradecer, a ser más empática y a descubrir la belleza en lo simple, encontré la vida en el riesgo, en la aventura y en lo desconocido. Porque la milicia es un estilo de vida y gracias a la FAE he tenido la oportunidad de conocer diferentes unidades militares, observar de cerca el trabajo que realizan otras especialidades y visitar algunas ciudades de mi país.

Mi experiencia en el nevado Pico de Orizaba 5.636 m, en México fue toda una travesía. Para empezar no hubo mucha planificación, me encontraba en país desconocido y no tenía equipo de montaña.

Allí conocí a unos montañistas con quienes organizamos el grupo cordada para esa cumbre, pero cuando llegué al refugio, no había señal, por lo que nunca los pude ubicar en el sitio. Siempre he pensado que tengo un ángel guardián que me protege, en esta ocasión me envió a don Layo, como le decían sus amigos en el pueblito, porque aunque él solo me iba a llevar hasta el refugio de la montaña fue mi compañero de ascenso. Se dio cuenta de que yo estaba sola y decidió subir conmigo hacia la cumbre, yo con nervios, acepté. Don Layo tiene 65 años y comentaba que se retiró del montañismo hace 4 años por su diagnóstico de diabetes, pese a esto me acompañó y logramos el objetivo juntos. Me dijo “vamos a paso lento pero fuerte”. Los calambres y el cansancio no nos detuvieron.
El haber llegado a la cumbre fue algo increíble para mí, tuve nervios pero no dejé que eso me venciera y gracias a Dios; y a don Layo, el dolor fue nada en comparación de la satisfacción de haberlo logrado.

Me gustaría ser un referente en varios aspectos y que de alguna forma las nuevas generaciones de mujeres militares encuentren una motivación e inspiración en mi trayectoria, que puedan comprender y apreciar la vocación de servicio, y que hallen en el miedo a un aliado, que cumplan sus anhelos sin dañar a nadie y puedan aportar a la Fuerza Aérea Ecuatoriana y al país empezando por su propia vida.

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